No puede hablarse de sostenibilidad sin nuevos impuestos que incorporen gastos ambientales

06/10/2002 - 00:00
Domingo Jiménez Beltrán Es ingeniero industrial y ha dedicado media vida al ambiente y la sostenibilidad. Desde su creación, en el año 1994, ha estado al frente de un organismo consultivo emblemático en este campo: la Agencia Europea del Medio Ambiente.

Para Domingo Jiménez, dirigir la Agencia Europea del Medio Ambiente, más que un trabajo, ha sido un reto para que todas las políticas europeas incorporen conceptos ambientales. Este mes de mayo termina sus ocho años de mandato como director ejecutivo de este organismo.
- Es inevitable hablar de un balance...

Es difícil hacer balance de algo que has tenido tan cerca... Una de las razones por las que yo pedí el relevo para junio de 2002 fue que al cabo del primer mandato, en 1999, pensé que tres años era el límite para no sentirme demasiado implicado personalmente en la Agencia. Pero haciendo una retrospectiva, la agencia fue un proyecto oportuno, resultado de la visión de Jacques Delors que anticipó la capacidad de generar informaciones y visiones ambientales independientes del sistema político, de generar informaciones fiables para la toma de decisiones. Y nació en un momento oportuno porque el medio ambiente empezaba a ser respetado económicamente y necesitaba una visión eficaz. A partir de ahí la Agencia se convierte en una maquinaria de producción de ideas para avanzar.

- -Y en qué aspectos se ha avanzado más?

El objetivo fundamental de la agencia es evaluar la situación, hacer un diagnóstico. Es decir, generar un sistema de información que garantice una diagnosis y después una prognosis para la posterior evolución. Políticos, empresarios y ciudadanos pueden disponer de esta nueva información. Se ha avanzado en el conocimiento ambiental de los estados miembros para que los que quieran mirar hacia adelante en el tema ambiental puedan hacerlo, y los que quieran mirar hacia atrás, como hace a veces España, lo hagan pero sabiendo que obvian una información determinada.


- Es decir, que ya no se puede alegar desconocimiento de causa...

Es como un enfermo que puede encarar sus dolencias de frente o bien obviándolas. Por ejemplo, yo creo que Dinamarca es un país que tiene muchos problemas pero se empeña en vivir de una manera bastante sana y que España es un país relativamente sano que vive como un enfermo. La Agencia ha contribuido a que el que quiera ignorar su situación lo haga sabiendo que está cerrando los ojos. Hemos avanzado en conocimiento aunque aún quedan muchas cosas por saber, por ejemplo respecto a las sustancias químicas o los organismos genéticamente modificados... El conocimiento también redunda en una economía más competitiva. Es decir, hagamos lo que hagamos, la Agencia ha contribuido a conocer las consecuencias; por ejemplo, si para construir una autopista hay que destrozar un bosque eso tiene un coste. Ha contribuido a que nadie pueda eludir sus responsabilidades sea cual sea la decisión final. Por eso me dolió muchísimo la actitud del Gobierno español, negando la crítica evaluación de la Agencia en lo referente a las emisiones españolas de gases de efecto invernadero en 1999, y que han empeorado con los datos recientes del 2000. La aportación fundamental es el realismo que permite planificar el futuro.

- Sin embargo, han logrado ustedes que la mayoría de órganos de decisión pidan, aunque sólo sea simbólicamente, información ambiental.

Sí. Los resultados son inesperados en algunos casos. La Agencia Europea del Medio Ambiente es órgano informador de la política de transporte europea y cada año debemos elaborar un informe ambiental sobre la planificación del transporte, y también forma parte del sistema informador de política agrícola, algo que nunca había sucedido anteriormente. La información ambiental debe servir a otras políticas, no basta sólo con poner placas solares, sino que el futuro de la política ambiental es influir en la mejor planificación urbana, en el uso integral de la gestión del agua, en las políticas energéticas, menos cantidad de energía para más calidad. Es contribuir a pacificar, a asumir que hay cosas que no son discutibles.

- En cambio, desde el punto de vista social la sensación es que los ciudadanos se han apuntado más al medio ambiente que sus propios gobiernos...

Bueno es una batalla continua entre el largo y el corto plazo. Todavía hay muchos gobiernos que sólo ponen sus miras en el período legislativo, que piensan que cuando los acuerdos de Kyoto sean obligatorios, en el año 2010, ya no estarán en el gobierno. En cambio una parte de la sociedad, las personas concretas, sí piensan que pueden hacer algo. Muchos gobiernos aún buscan sólo beneficios a corto plazo y trasladan los perjuicios a largo plazo. Por eso la Agencia quiere hacer evaluaciones de futuro para responsabilizar a quien corresponda de las acciones que se toman. En este momento preciso estamos pagando la falta de conocimiento y negociación de sociedades y gobiernos pasados. Y, por ejemplo, que España no cumpla los porcentajes de contaminación que fija Kyoto no es culpa directa del Gobierno actual. El uso masivo del coche, creciente en los últimos años, y la presión de las empresas automovilísticas también tiene responsabilidad en esos malos resultados. Pero el Gobierno debe asumir la situación y comprometer a la sociedad en el cambio a veces drástico.

- El gasto energético es nuestro mayor problema?

En la Agencia Europea del Medio Ambiente hemos dejado de hablar de problemas y preferimos referirnos a desafíos. Sin duda uno de los más importantes es el incremento del gasto de energía, en particular de la energía eléctrica. En España, en los últimos cinco años, el gasto de energía ha crecido un 6 por ciento por encima del PIB. Es sin duda un desafío porque no hay economía que resista un mayor aumento del gasto energético que del PIB, porque es una economía ineficaz. España está incrementado sus emisiones de gases de efecto invernadero a una velocidad cuatro veces superior a la que permiten los acuerdos de Kyoto para reducir los gases que provocan el calentamiento del planeta. Hasta el 2010 uno no puede seguir mirando hacia otro lado. Además de los efectos nocivos, como los gases de efecto invernadero, hay que darle una lectura económica cuando el gasto en transporte y energía crece más que el PIB. Pero hay otros desafíos muy importantes como la degradación del territorio que sufre España y también toda Europa.

- -De qué tipo de degradación hablamos?

España posee uno de los mejores territorios del Europa y el territorio es un capital. España tiene una gran diversidad y riqueza natural y paisajística, una costa envidiable... eso es un capital impresionante, pero en cambio no tiene una gran riqueza en naturaleza/habitante. Se está descapitalizando ese capital en un desarrollo costero agresivo, una agricultura intensiva, un desarrollo urbano irracional... Eso se ve muy bien en las dos ciudades principales, Madrid y Barcelona. Madrid, que era una ciudad compacta, ha primado un desarrollo suburbano y extensivo. En cambio Barcelona ha optado por la ciudad compacta. El desarrollo en intensidad en las costas es terrible, un desarrollo que destruye lo que en ecología se denomina ecotono entre el mar y la costa. Datos recientes indican que de los 47.000 kilómetros del total de la costa mediterránea, 25.000, más de la mitad, ya están de alguna manera tocados. Y la costa española es de las más degradadas del mundo.

- -Que instrumentos propone para frenar esa degradación? -Impuestos como ya se han empezado a plantear en algunas zonas?

Por supuesto. Uno de las condiciones para el cambio es que no se puede hablar de sostenibilidad sin una nueva fiscalidad en la que se internalicen los costes y se oriente o se gestione la demanda. Hasta ahora muchos de los costes ambientales están externalizados de lo que paga realmente un usuario y se trasladan a la sociedad. El turismo, que es una de las actividades que mayor movilidad genera, no asume económicamente lo que le cuesta a una sociedad determinada mantener las condiciones para atraerlo.

- Sin embargo, la ecotasa en Baleares ha generado mucha polémica, sobre todo entre los mismos operadores turísticos'

La propuesta de ecotasa del Gobierno balear es una buenísima idea. Se puede discutir la forma, la ejecución, pero el principio es correctísimo. Es decir, sí a los impuestos ambientales, que yo llamaría mejor impuestos justos de recuperación de lo que a la sociedad le cuesta, por ejemplo, el paso del turismo. La base natural del turismo es precisamente el medio ambiente.

- -Globalización y sostenibilidad son compatibles?

Van a tener que serlo si se opta por una globalización viable y gobernable. La globalización se ha entendido sobre todo con una orientación mercantilista. No habrá avance en la globalización sostenible sin una fiscalidad también global. Por ejemplo, es una vergüenza que no haya un impuesto para el queroseno que gastan todos los aviones. Sin hablar de los combustibles fósiles. Es importante rodear la globalización, que yo creo que es imparable, de otros aspectos como pueden ser los costes sociales y ambientales.

- El Gobierno español, -cómo ha actuado ambientalmente durante la presidencia europea?

Se puede decir que las relaciones entre la presidencia española de la UE y la Agencia no han sido fáciles. Yo creo que durante la presidencia europea, el Gobierno español no ha explotado todo lo que podía la Agencia Europea del Medio Ambiente, como sí habían hecho, por ejemplo, Alemania o Bélgica. Yo les escribí en febrero y luego lo he vuelto a hacer pero no he recibido respuesta, aunque la Agencia ha seguido en su labor de informar ambientalmente. Desde el punto de vista ambiental, España parece haber hecho una buena gestión durante la presidencia, como por ejemplo conseguir la ratificación de Kyoto. Mi única frustración es la cumbre de Barcelona, que se esperaba que fuera un clímax ambiental. Era la primera ocasión, el primer examen de repaso de los avances sociales, económicos y ambientales. Debo decir que también me produjo una gran frustración el informe de la Comisión Europea, que no tenía ninguna dimensión ambiental. La cumbre sirvió para tomar decisiones económicas, sobre todo la liberalización del mercado de la energía, pero yo en ningún momento oí hablar al presidente español ni de medio ambiente ni de sostenibilidad. Por tanto, me queda la duda de si España, durante la presidencia europea, ha tenido como una de sus prioridades la del desarrollo sostenible.

- -El Plan Hidrológico Nacional es un ejemplo de esa falta de priorización?

El problema principal del PHN es que las decisiones deben ser informadas para respetar los mecanismos democráticos. Se pueden tomar decisiones que para algunos sean erróneas, pero se debe informar. Lo más chocante, para mí, no es sólo el contenido del PHN, sino el proceso en parte de espaldas al conocimiento, a lo que se sabe sobre el tema. Sobre todo en un país que cuenta con uno de los mejores sistemas de información y conocimiento hidrológico de Europa. De 80 expertos que el Gobierno decidió consultar -uno de ellos fui yo' ni uno solo dio una opinión favorable. Después el Gobierno decide ignorar y no publicar el resultado de esas consultas. Eso es lo peor, una toma de decisiones sin encararse con el conocimiento.

- -Su futuro seguirá ligado al medio ambiente?

Yo soy un veterano en esto del medio ambiente. Empecé hace 27 años y he estado en todas las cocinas: empresas, Administración local, autonómica, en el Gobierno español y ahora en Europa. Espero continuar vinculado de algún modo. Me gustaría llevar a cabo actividades que contribuyeran a diseñar y ejecutar estrategias de futuro. Aunque aún no está definido, es posible que vaya a Bruselas a trabajar en la Comisión cuando menos durante algún tiempo.

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